Cuantas veces nos preguntamos cómo seguir adelante en nuestras vidas.
Nuestro dialogo interior constante juega un papel fundamental en crear la vida que deseamos, y es el máximo responsable de la emisión de pensamientos conflictivos y de bloqueo en nuestras vidas.
Durante miles y miles de años el ser humano vive en una contradicción diaria sobre la fe y la confianza en uno mismo, muchos piensan y forman parte de sus creencias que tener fe en uno mismo es ir a la iglesia o practicar una religión específica, ser espiritual, ser antiguos o conservadores, etc.
Confianza y fe en uno mismo van de la mano, y ambas son una pieza fundamental para mejorar la profundidad de tu mente y cambiar los esquemas de vida, que son los que hacen que repitamos las mismas cosas, los mismos problemas, las mismas experiencias afectivas o laborales.
Muchas personas hoy en el mundo entero y espero que no sea tu caso, piensan: yo no valgo nada, Yo no sé nada, yo no lo puedo hacer, yo no me lo merezco, yo nací para sufrir, la mayor parte del tiempo viven amargadas, enfermos y hundidos en su propio dolor, sin darse cuenta que para comenzar a cambiar su mundo interior solo necesitan empezar a desear un cambio, crear una nueva historia, tener confianza, convicción y acción, para comenzar lo que realmente desea.
Que hubiera pensado el padre de Demóstenes (Uno de los más relevantes oradores Griego, 380 años a.C) si alguien le hubiera vaticinado que su hijo tartamudo llegaría a ser el orador más grande de todos los tiempos, posiblemente hubiera creído que se estaban burlando de él.
O que hubiera pasado si en 1872, un cadete llamado Napoleón Bonaparte hubiera seguido la sugerencia de su instructor cuando le aconsejo que cambiara de vocación porque jamás podría ser un buen militar.
O entrando al siglo XX si cierta muchacha hubiera creído en su profesor de canto que le pronostico que no tenía porvenir alguno en su profesión? Y esa muchacha se convirtió en Montserrat Caballé, una de las mejores sopranos de todos los tiempos.
La confianza es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Segunda parte.
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